viernes, 3 de julio de 2009

La crisis política en Honduras...

Preguntémonos, ¿Qué pasa en Honduras?

En mi humilde opinión es un fenómeno político que indudablemente se sitúa en la categoría de la lucha de contrarios, de grupos con intereses políticos, económicos y sociales muy diferentes. Por un lado, está la oligarquía hondureña que, como en cualquier parte se sirve la mayor tajada del pastel (Guatemala es un ejemplo obvio, pero aún en la "soñada Cubita" la nomenklatura tiene acceso a condiciones de vida notablemente superiores a las del resto de la población).

Sin embargo, el proyecto de nación de la oligarquía hondureña tiene el apoyo de alguna porción de la población, por la razón que sea. En nuestro país, por ejemplo, y al contrario de lo que constantemente se menciona, el 48.5% de la población pertenece según datos del UNDP (Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas) al estrato medio. En Honduras, estos datos deben, indudablemente, ser similares. Esta es gente vive razonablemente bien, para el "estándar" mundial. Por esta razón, no hay que descartar la posibilidad que el proyecto político encabezado por la oligarquía hondureña recibe el apoyo de muchas personas de la clase media e inclusive, de los estratos socio-económicos más bajos.

Volviendo al ejemplo de Guatemala, en nuestro país por un sinúmero de razones, la izquierda no ha pasado en procesos electorales libres, ni aún sumando los "puchitos" que sacan todos, de un 11% del voto general. Somos una sociedad profundamente conservadora, desconfiada del cambio y de ideas novedosas para lograr el desarrollo. Todo político deberá tomar esto en cuenta.

Por el otro lado, en Honduras se abrió un espacio "social". Un presidente -Zelaya- que asumió la presidencia desde otra plataforma ideológica y programática. Aparentemente, Zelaya "vio la luz" durante su mandato y se transmutó ideológicamente. Por cierto, en mi opinión toda persona tiene todo el derecho del mundo a cambiar de ideología y de opinión. Para obtener apoyo político, buscó aliados en la izquierda continental. Indudablemente, este cambio ideológico y del espectro político causó escozor a sus antiguos aliados, quienes pasaron a formar parte de su oposición más recalcitrante.

La verdad sea dicha, más que hablar, Zelaya no hizo mucho en el campo social durante su gobierno. Su cambio fue más de tipo postural, ideológico, para consumo político. El programa de transferencias condicionadas que ejecutó no ha tenido aún mayor impacto como no lo tuvo tampoco el incremento de los salarios mínimos. Políticamente, sin embargo, siguió los pasos de algunos de sus aliados latinoamericanos: manifestó su interés por la re-elección y tomó algunos pasos encaminándose hacia ese fin.

La "encuesta" que Zelaya trató de hacer fue prohibida por las instancias legales hondureñas, incluyendo el Congreso, la Corte Suprema, el Tribunal Electoral y fue desaprobada por fuertes sectores de la sociedad civil, incluyendo a la Iglesia Católica, las Iglesias Evangélicas, la PDH de Honduras y TODOS los partidos políticos.

Al prohibírsele la "encuesta", Zelaya dijo, para expresarlo en lenguaje llano, "este macho es mi burra" y ordenó al ejército organizar la logística para la consulta. El ejército rechazó cumplir esa orden (siguiendo el principio, internacionalmente aceptado desde la II Guerra Mundial de no cumplir órdenes manifiestamente ilegales). Zelaya destituyó al Jefe de Estado Mayor. Este apeló a la Corte Suprema y ésta dictaminó que debería ser restituido a su puesto. Zelaya, entonces, entró con una turba al recinto militar en el que guardaban el material electoral para la "encuesta" y lo confiscó para organizar por su cuenta este evento.

En consecuencia y, habiendo llegado al punto de rompimiento, horas antes de la "consulta", entró a la residencia particular de Zelaya un grupo de militares, lo detuvo tras amenazarlo y lo expulsó del país hacia Costa Rica.

El resto de la historia, ya la conocemos, un nuevo presidente fue nombrado por la unanimidad del congreso, se hizo un bloqueo internacional a Honduras, se realizan destacados esfuerzos diplomáticos para colocar a Zelaya nuevamente en el poder, hubo una condena universal del golpe de estado.

¿Fue un golpe de estado? SI, lo fue. Si los opositores hubieran seguido el camino correcto y legal y, en lugar de expulsarlo del país lo hubieran conducido a un centro de detención para procesarlo por los delitos en los que había incurrido, otro gallo les hubiera cantado. Hubiera sido un acto legal, legítimo, encarcelando a un presidente que rompió la ley tratando de utilizar el poder para su beneficio político, desconociendo los mandatos constitucionales. Cabe imaginarse lo que pasaría en nuestro país si a "lombricita janana" se le ocurriera hacer todo lo que trató de hacer Zelaya, creo yo que no dura ni el primer intento de anuncio de la "encuesta").

¿Puede la presión internacional restituir a Zelaya? No lo sé. Ambas partes tendrán que llegar a un acuerdo. Si Honduras realiza sus elecciones dentro de 6 meses, como está anunciado y asume un nuevo presidente, se acaba la presión externa, la amenaza de sanciones, embargos o bloqueos y, en efecto harían "borrón y cuenta nueva". Sin embargo, Honduras no está en las condiciones de soportar un bloqueo de este tipo durante 6 meses.

Los próximos días son claves. Lo importante es llegar a una solución negociada, que tome en cuenta a ambas partes y, lo más importante, el bien de todos los hondureños que se quejan ya de la escasez de algunos víveres importados de Guatemala.

Honduras no es sólo la oligarquía, como tampoco lo es exclusivamente de los pobres. Honduras, como cualquier sociedad, se compone de un sinnúmero de personas, de todos los géneros, clases sociales y razas, cuyos derechos merecen respeto dentro de cualquier arreglo.

¡Ah, se me olvidaba! Espero que cualquier arreglo negociado ignore los rabiosos insultos que un lado dedica al otro. Esta no es una lucha de gorilas contra orangutanes. Esta es una disputa entre seres humanos. Espero que la razón predomine y se pueda hacer una síntesis dialéctica para culminar esta fase de lucha de contrarios.

1 comentario:

Anónimo dijo...

El gran riesgo de lo que ocurre en Honduras es que se nos contagie en Guatemala.