jueves, 17 de abril de 2008

Cada día más cara... ¿Tendrá ventajas?


El barril del petróleo llegó a $114.73 el 17.04.08, tras una jornada bursátil en la que el mercado de futuros sobrepasó brevemente los $115. De acuerdo con el artículo de Prensa Libre del 18.04.08, no se ve fin al alza en los precios del petróleo, que se fundamenta en la caída en el valor del dólar estadounidense, en la especulación de fondos de inversiones globales que buscan inversiones rápidas y seguras en los mercados de futuros de materias primas, en la mayor demanda estacional de ciertos combustibles y las crecientes demandas de las economías emergentes. Nosotros mismos somos culpables: Hace 30 años había 60,000 vehículos particulares en todo el país, ¡Hoy hay 1.4 millones!

Para nosotros, ciudadanos comunes, esta alza aparentemente indetenible nos ocasiona perjuicios económicos: suben los precios de todos los combustibles -derivados o no del petróleo- por su mayor demanda, suben los costos operacionales del transporte público que eventualmente, pasa la factura a los usuarios, suben los precios de los fletes para todos los productos, los que consecuentemente se encarecen, suben los precios de los boletos aéreos y de todos los medios de transporte, suben, suben, suben...

Sin embargo, cabe preguntarnos si esta espiral inflacionaria puede traernos alguna ventaja.

Quizás sí. Pero solo si cambiamos nuestra manera de hacer las cosas.

Para variar, miremos al sur, en lugar de mirar al norte: Brasil se enfrentó a la crisis petrolera de los 70s y salió descalabrado. Entonces, las consecuencias para ese país fueron una fuerte contracción económica, problemas políticos y mayor empobrecimiento de la población. Hoy, luego de implementar un plan consciente para evitar sobredependencia en los hidrocarburos, de haber trabajado en varios frentes simultáneos (hidroeléctricas masivas y menores, generación de etanol como combustible, biodiesel, instauración de novedosos sistemas de transporte público, exploración de reservas petroleras y de gas natural, etc), Brasil se muestra al mundo como un ejemplo de lo que una nación puede lograr con buena voluntad de sus habitantes, de inversionistas y de los gobiernos federales, estatales y locales cuando se trabaja de común acuerdo en proyectos que pueden lograr grandes réditos para todos los estratos de la sociedad. Hoy, mientras otros rechinamos los dientes y sufrimos, Brasil se encuentra en una posición envidiable: pasó de importar 80% de sus necesidades energéticas en los 70s a exportar energía a los países vecinos y, con sus nuevos yacimientos petroleros y de gas natural recientemente descubiertos, exportará aún más, convirtiéndose en una potencia energética mundial.

Y nosotros los guatemaltecos, pequeños y pobres, ¿qué podemos hacer? Para nuestra conveniencia, el camino ya está trazado. Los brasileños ya desarrollaron la tecnología para producir etanol barato a partir de la caña de azúcar y otros substratos. El biodiesel ya es una realidad. Las hidroeléctricas, macro y micro, son potencialmente, una enorme fuente de energía para nuestro país. La cogeneración ya está en marcha exitosamente. El gran capital nacional ya vio las posibilidades de este campo y está teniendo un papel protagónico en los mercados energéticos.

Al estado, por su parte, le queda prohibir la importación de "vehículos chatarra", ineficientes a todas luces, relanzar una ley de emisiones (que ya fue instaurada y se eliminó por impopular), impulsar la construcción de sistemas modernos, seguros y eficientes de transporte público (hasta en esto ya nos hicieron la tarea los brasileños, con el ejemplo de Curitiba y su Transmetro, solución inteligente para sociedades pobres) y ofrecer sistemas de incentivos que permitan utilizar biocombustibles más baratos. El estado deberá estimular la cogeneración y la explotación de fuentes de energía alterna como la energía eólica y la geotérmica.

Los usuarios ya respondieron con la billetera: de acuerdo a EMETRA y EMIXTRA, esta semana el tráfico de automóviles bajó un promedio de 20% en los corredores de entrada a la ciudad. Esto fue resultado del hecho que algunos conductores ya no pueden costear el costo de transporte en vehículo privado.

El reto es de todos: ciudadanos privados, gran capital, estado, centros de estudio y análisis, ONGs ecologistas y de desarrollo, medios de comunicación, etc. Las respuestas, creativas y dinámicas a la crisis, deberán provenir, asimismo, de todos.

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