lunes, 21 de abril de 2008

Fukuyama, fortalecimiento del estado y gasto social


Francis Fukuyama está en Guatemala. Ayer, domingo 20 de abril expuso ante unas 125 personas en la biblioteca del IGA. Su tema: La construcción del Estado en países en desarrollo. Su mensaje central: el "neoliberalismo" no lo es todo. Desmantelar un aparato estatal ineficiente no logrará el tan ansiado desarrollo si no se toman, de modo paralelo, otras medidas tales como el fortalecimiento del estado en sus funciones básicas, la construcción de una democracia participativa, un estado de derecho con verdadera igualdad ante la ley y, ante todo, una reducción de la desigualdad socio-económica.

¿Fukuyama hablando de la reducción de desigualdad social? ¿El mismo Fukuyama que triunfalistamente proclamó "el fin de la historia" desde la perspectiva norteamericana-liberal tras la caida del socialismo real en Europa del Este? En efecto, Fukuyama cree que un estado fuerte, aunado a la inversión social son parte fundamental en el camino al desarrollo en democracia. Si tuviera un lema, ese sería "reducir desigualdades".

Fukuyama conserva la centralidad de la idea de la democracia representativa como el único sistema de gobierno aceptable en el mundo contemporáneo. No obstante, su planteamiento demanda mayor representatividad dentro de los sistemas políticos. Esto significa abrir espacios en el sistema a los grupos sociales que no han tenido participación. En el caso de Guatemala, con un sistema político caracterizado por el control de las élites urbanas esto significaría la apertura de espacios para los sectores rurales.

Fukuyama también nos habla de la necesidad de políticas sociales fuertes que permitan la inclusión social de los sectores hasta ahora rezagados. Ejemplificando este punto, nos señala el éxito de los países en los que el estado apostó por la inversión en educación, saneamiento y salud, mismos que alcanzaron el desarrollo en Asia Oriental en los años 60s y 70s, como Japón, Taiwán y Korea del Sur. Creo que Korea del Norte no se incluye entre este exitoso grupo por su adicción a los réditos del "socialismo real", incluyendo armas atómicas y misiles.

Atinadamente, Fukuyama nos muestra ejemplos de algunos programas exitosos en América Latina, como las transferencias condicionadas en Brasil y México. En Brasil, estos programas de subsidios escolares han logrado reducir el coeficiente de Gini, que mide la desigualdad social, en los últimos 8 años.

Cerca de nosotros tenemos otro ejemplo exitoso del potencial de la inversión social: Costa Rica. Esta nación decidió brindar educación y salud a toda su ciudadanía desde 1948, con José Figueres. "Pepe", como le llamaban (y pensar que entonces aquí le llamaban comunista...) unificó los servicios de salud y expandió el sistema educativo. Hoy día, Costa Rica cosecha los beneficios de esas políticas: un ingreso per-cápita que duplica al de Guatemala, un coeficiente de desigualdad social mucho menor, menores índices de criminalidad, cuatro veces la inversión extranjera, mejores indicadores de bienestar social, desarrollo humano más elevado, etc.

Hoy mismo, escuchaba en la radio opiniones contrarias, indicando que la desigualdad no es problema. Yo sostengo lo contrario. La desigualdad extrema, como es el caso en nuestra sociedad, provoca conflictividad social y crimen, atenta contra la convivencia pacífica y subvierte el sistema democrático representativo.

Esta mañana, Fukuyama habló con el presidente y parte de su gabinete. Imagino que les expuso su teoría de la inversión social. El presidente ya anunció un paquete de transferencias condicionadas dirigido a sectores en pobreza y extrema pobreza. Por lo pronto, si este programa funciona, ayudará a solventar la crisis alimentaria que se avecina por el alto precio de las materias primas. A largo plazo, las transferencias monetarias acompañadas de medidas que fortalezcan la salud, el saneamiento y el desarrollo de infraestructura, pueden ser la salvación de esta sociedad y catapultarnos al desarrollo.

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